¡Felices Pascuas! Y creo que para la mayoría de nosotros, realmente puede ser una Feliz Pascua si tenemos fe y esperanza en Cristo Resucitado. Sí, hay mucho dolor y maldad en el mundo que proyecta una sombra de oscuridad sobre algunas partes de nuestras vidas: la guerra en Ucrania, la subvariante de COVID BA.2 y otras enfermedades, el reciente tiroteo en el metro de la ciudad de Nueva York así como la violencia a nivel local, la inflación y otras dificultades financieras, etc., etc.
Pero reflexionemos sobre lo que experimentó Jesús aquella primera mañana de Pascua, en ese momento en que ya había resucitado de entre los muertos pero aún no había salido del sepulcro. Puedo imaginar a Jesús parado cerca de la salida de la tumba, sus vendas ya dobladas y puestas a un lado, y la piedra que había cubierto la salida de la tumba ya removida. Puedo imaginar a Jesús parado justo dentro de la tumba mirando hacia afuera, preparándose para emerger al mundo como el Cristo Resucitado. Probablemente todavía era de noche en ese punto, posiblemente el amanecer temprano, por lo que todavía estaba bastante oscuro, excepto por las estrellas y posiblemente la luna. Los soldados romanos no habrían estado demasiado lejos, acechando en la oscuridad y proporcionando siempre una presencia de maldad y opresión.
Pero Jesús habría visto a través de la oscuridad y el mal en el mundo en ese momento. Habría sabido que por su pasión, muerte y Resurrección, estaba trayendo al mundo la luz y la esperanza eternas. Habría sabido que su luz y su mensaje de amor, alegría y paz estaban a punto de traspasar la oscuridad y la maldad de este mundo y poner a Satanás y sus secuaces en un curso irreversible hacia la derrota. No sucedería todo de una vez – nuestra misión de traer la luz de Cristo Resucitado para disipar la oscuridad de este mundo sigue siendo un trabajo en progreso, incluso dos mil años después de esa primera mañana de Pascua. Pero Jesús sabía que con su Resurrección, esa obra había comenzado y continuaría hasta el final de los tiempos con y a través de todos los que creemos en él.
Así que no permitamos que ningún dolor, maldad u otra oscuridad que estemos experimentando actualmente en nuestras vidas nos impida tener una Feliz Pascua. No, no será una Pascua perfecta – una vez más, traer la luz de Cristo a nuestro mundo es todavía un trabajo en progreso y, obviamente, todavía falta para que se complete. Pero con Cristo Resucitado guiándonos, podemos ser muy felices – más aún, debemos ser muy felices – en la esperanza de un mundo cada vez mejor, realizado por la gracia de Cristo obrando en y a través de todos y cada uno de nosotros que lo anunciamos como nuestro Salvador y Rey Resucitado. ¡Aleluya!