I hear often of the challenges that students and teachers are facing this school year.  Those who are doing in-person learning have the daily challenge to do so safely: wearing face masks, social distancing and extra hand-washing and sanitizing in the daily rhythm.  Those who are doing distance learning have the daily challenge to work through internet glitches and the awkwardness of having class via Zoom or the like, and parents have the challenge of juggling work schedules with childcare at home.   Students, teachers and parents: please be assured of my prayerful support especially during this school year with its many unprecedented challenges and obstacles.

Let us also remember to be patient with one another and accept that things just are not working as well as we would like during the coronavirus pandemic, including our educational system.  Students may not learn as much this school year as they normally would.  That is OK – they can catch up when they return to normal classroom learning following the pandemic.  Although our parish is offering a full range of faith formation and sacramental preparation programs this school year (see below for more information), it is likely to be via distance learning for most, if not all, of the school year.  If young people and parents feel overwhelmed at the thought of adding that kind of virtual faith formation into an already stressful school schedule, I recommend delaying sacramental preparation for a year when we are likely to be able to return to in-person faith formation programs.  Let us not be lazy, spiritually or otherwise, but let us also not push ourselves too much or expect too much of ourselves or those around us during this time.

Above all, we need to love and care for one another.  The coronavirus pandemic is difficult for all of us.  Being patient with one another and seeking to understand one another’s particular difficulties and challenges during this time seems to me to be the first step toward authentically loving and caring for one another.

Escucho a menudo sobre los desafíos que los estudiantes y maestros enfrentan este año escolar. Quienes están haciendo aprendizaje presencial tienen el desafío diario de hacerlo de manera segura: usando mascarillas, distanciamiento social y lavado y desinfección de manos extra en el ritmo diario. Aquellos que están aprendiendo a distancia tienen el desafío diario de trabajar a través de fallas de Internet y la incomodidad de tener clases a través de Zoom o similar, y los padres tienen el desafío de hacer malabarismos con los horarios de trabajo con el cuidado de los niños en casa. Estudiantes, maestros y padres: tengan la seguridad de mi apoyo en oración, especialmente durante este año escolar con sus muchos desafíos y obstáculos sin precedentes.

También recordemos ser pacientes unos con otros y aceptar que las cosas simplemente no están funcionando tan bien como nos gustaría durante la pandemia de coronavirus, incluido nuestro sistema educativo. Es posible que los estudiantes no aprendan tanto este año escolar como lo harían normalmente. Eso está bien: pueden ponerse al día cuando regresen al aprendizaje normal en el aula después de la pandemia. Aunque nuestra parroquia ofrece una gama completa de programas de formación de fe y preparación sacramental este año escolar (ver más abajo para obtener más información), es probable que sea a través de la educación a distancia durante la mayor parte, si no todo, del año escolar. Si los estudiantes y los padres se sienten abrumados ante la idea de agregar ese tipo de formación de fe virtual a un horario escolar que ya es estresante, recomiendo retrasar la preparación sacramental durante un año cuando es probable que podamos volver a los programas de formación de fe en persona. No seamos perezosos, espiritualmente o de otra manera, pero tampoco nos exijamos demasiado ni esperemos demasiado de nosotros mismos o de quienes nos rodean durante este tiempo.

Sobre todo, necesitamos amarnos y cuidarnos unos a otros. La pandemia de coronavirus es difícil para todos. Ser pacientes unos con otros y tratar de comprender las dificultades y desafíos particulares de los demás durante este tiempo me parece que es el primer paso hacia el amor y el cuidado mutuos auténticamente.